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Presentación en Sarnago a 1 de mayo de 2017

La “plantación” nos retrasó 15 minutos otro de los actos organizados para la jornada. La presentación de nuestro primer libro “La Virgen del Monte Seces, Sarnago” Mucho más que una ermita. Como la mañana estaba buena,  y como es nuestra costumbre, el acto lo hemos celebrado en la plaza. El presidente de la asociación, y prologuista del libro, ha dado las gracias a Isabel Goig por su gran compromiso con este pueblo, a la sazón el trabajo de documentación más importante lo ha llevado esta socia de referencia. A modo de presentación del libro ha leído el prólogo del mismo. Seguidamente pasó la palabra a Isabel, esta aprovechó la ocasión para reconocer el esfuerzo de la asociación  para poder sacar esta publicación. Seguidamente nos relato curiosidades y pormenores del libro.

Acabada con la presentación,  pasamos al tercer y último acto de la mañana: la audición del último trabajo del maestro Manuel Castelló. “Altas Cumbres” Suite para cuatro trompas inspirada en parajes de este pueblo a partir de las cuernas de Sarnago.

Obsequiamos a los amigos de los pueblos vecinos que han querido compartir esta mañana con nosotros con un aperitivo en la plaza en esta luminosa mañana y con unas vistas inmejorables.

Galería de fotos del acto 

El libro se puede adquirir en la sede de la Asociación al precio de 10 euros. Si quieres que te lo enviemos escribe un correo a sarnago@sarnago.com

Prólogo del libro:

En primer lugar quería dar las gracias a nuestra amiga y socia Isabel Goig por el compromiso con este pueblo. Cuando hace unos años me comentó la idea de hacer este pequeño libro me pareció una gran idea, puesto que si no fuese por gente como ella, con su tesón y compromiso todos estos pequeños lugares quedarían olvidados.

También quiero agradecer a otro gran amigo, Eduardo Alfaro Peña por el artículo que publicamos en la revista de Sarnago nº 6 que muy gentilmente nos ha cedido para esta publicación. Es un gran trabajo arqueológico sobre cómo fue la construcción del edificio sobre los restos de otro más antiguo.

La mayor parte de la obra es una recopilación de protocolos notariales. Si no fuese por la trascripción y, principalmente, la puesta en contexto de dichos escritos por parte de la autora, nunca hubiésemos sabido de la importancia para Sarnago y otros pueblos de la comarca de esta ermita.

Los más viejos del lugar recuerdan este conjunto de edificios como un caserío compuesto por varias edificaciones: casa, cuadras, majadas, horno y lo que en su día fue la ermita propiamente dicha. Ninguno, de los que actualmente viven, recuerdan que este lugar fuese de culto, pero según los documentos estudiados por Isabel esto no fue siempre así y su antigüedad podría datar del siglo XV. Durante más de 300 años habría estado ocupada por algún ermitaño que sería el encargado de su mantenimiento y de colaborar, con sus ingresos, al mantenimiento de la iglesia de San Martín de San Pedro, parroquia de la dependía. Hay una creencia entre la gente del pueblo, sin confirmar, que, con anterioridad, este lugar pudo pertenecer al monasterio Cisterciense de Fitero o al desaparecido de Cornago.

Parece mentira que estos lugares tuvieran tanta vida durante tantos años y se hallan llenado de maleza y zarzas en un periodo de tiempo tan pequeño.

El paso inexorable del tiempo hace que, poco a poco, estas edificaciones se vallan integrando en el paisaje y dentro de algunos años sean muy escasas las evidencias de que en este lugar hubiese habido ocupación humana alguna. Todos sabemos que esto ocurrirá y por ello es importante esta publicación dado que es una forma de conservar y dar a conocer a las próximas generaciones su existencia

Con la desamortización de Mendizábal perdió su carácter religioso y pasó a manos de la familia de los Hidalgos de San Pedro (poderosos ganaderos trashumantes). Las edificaciones civiles fueron ocupadas por alguna familia encargada de su vigilancia y administración. Esto ocurrió hasta principios del siglo XX, cuando el propietario del caserío lo apostó en una timba en San Pedro, junto a otras propiedades,  perdiéndolo en dicha partida a favor de un médico y cirujano de Berlanga. Durante los años que perteneció a este vecino de Berlanga continuó estando habitada. Pasados 25 años lo sacó a la venta. Se estuvo en tratos con el Ayuntamiento de Sarnago y como no llegaron a un acuerdo fueron tres los vecinos que se hicieron con los edificios y el terreno por un precio de 15.000 pesetas del año 1929. (Bonifacio Jiménez, Domingo Benito y Marcos Juano)

Con la desacralización del lugar y su posterior privatización dejó de tener ese carácter de lugar sagrado donde, con toda seguridad, acudían las gentes de Sarnago en romería el día de la Trinidad chica (lunes siguiente a la fiesta grande del pueblo, la Trinidad). Hasta el lugar se desplazaban andando. Pasaban el día en los alrededores de la ermita. Primeramente escuchando la misa de costumbre y posteriormente comiendo, bebiendo, bailando y aprovechando la recién estrenada primavera. El lugar tenía que ser muy bucólico, al abrigo de los vientos del norte, con el arroyo de los Rincones y el arbolado de ribera para sombra.

A modo de conservar la tradición se construyó una pequeña hornacina en el paraje denominado “la cruz del cerro” donde se colocaba la pequeña talla de madera de la imagen de la Virgen del Monte (ya desaparecida). Hasta allí seguían acudiendo los sarnagueses en procesión con el fin de homenajear a los difuntos de la cofradía. Por este motivo también este día era especial y se pasaba lista de los cofrades imponiendo una sanción aquellos que, sin motivo justificado, no acudían a rendir homenaje a sus antepasados. Este lugar se encuentra en la parte norte del pueblo y coincide con el antiguo camino que llevaba hasta el caserío.

Para nuestra familia siempre ha tenido un significado especial. Una de las tres partes de su terreno y edificios fue adquirida por el abuelo Marcos. Le tenía un cariño muy especial, transmitido a sus nietas (en especial a Rafael) y de ellas a nosotros. Para ellos fueron muchos días de faenas en la era trillando, en la errañe cortando la hierba, en los huertos, en las piezas, con el ganado, haciendo leña, lavando la ropa en el arroyo de Los Rincones, etc. Fue una parte muy importante de sus vidas. Muy raro era el día que no se acercaran hasta este paraje. Los recuerdos son muchos y, con la distancia de los años, casi todos agradables.

Hay una anécdota que refleja el gran apego que por estos edificios tenía el abuelo Marcos. En el verano del año 1957 Sarnago fue pasto de uno de los episodios más trágicos que los más mayores del pueblo recuerdan. Una gran tormenta de granizo y piedra se precipitó por los campos del término municipal, dejando toda la cosecha arrasada y animales muertos. Esa tarde, como venía siendo habitual, el abuelo fue hasta la Virgen del Monte, al atardecer regresó al pueblo. Olvidada, en un clavo del portal, dejó su raída chaqueta de pana y allí estuvo hasta hace poco más de tres o cuatro años, recordando ese fatídico día. Ese fue su pequeño tributo a este singular paraje. Cada vez que nos acercábamos hasta el lugar siempre nos venía a la memoria la imagen del abuelo en este lugar fetiche para él. Un símbolo que, a modo de estandarte, permaneció durante más de 50 años en el mismo lugar recordándonos que este enclave estuvo lleno de vida durante algunos siglos.

El caserío, se encuentra situado en una solana, hacia la mitad de un cortafuegos que discurre por toda la ladera, desde el Horcajo hasta el alto de los Rincones (en la actualidad la pista forestal que nos lleva hasta Acrijos). Cuando llegó la repoblación de pinos se labró todo, se hicieron bancales y no se respetó nada  la infraestructura existente (bosque de robles, árboles y arbustos de la ribera del arroyo de los Rincones paredes de eras, errañes y huertos, etc.). Menos mal que no decidieron pasar con sus máquinas por encima de los edificios y nos queda este pequeño vestigio, como sí ocurrió con la antigua tejera.