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Leticia Pinto Lasanta

I
Bienvenidos a Sarnago,
el regazo de Alcarama,
hoy se viste de fiesta,
al sonido de campana,
sonido que lleva el viento,
hacia épocas lejanas,
también se viste la historia,
de recuerdos y añoranzas.

II
Pueblo de olor a monte,
entre pinares y sierras,
donde ya no huele a zarza,
donde todo sabe a tierra,
pueblo mío de Sarnago,
pueblo mío que despierta.

III
Calles llenas de gente,
la llegada del verano,
con las risas de los niños,
recordamos el pasado,
el pasado de otros días,
con el canto de los gallos,
recogiéndonos el fruto,
que los abuelos sembraron.
IV
Todavía canta el cuco,
volverán las golondrinas,
retornaran a sus nidos,
y arrullaran a sus crías,
los vacíos de tu tiempo,
los llenamos estos días,
y si tenemos que marchar…
otra vez, las golondrinas
ya nunca estarás solo
en esta suave colina,
y llegaran los veranos,
y llegará la alegría,
renacerá tu alma, Sarnago
resurgirás a tu vida,

y el humo en tus chimeneas
recuerdos que no te olvidan.
V

Andando las viejas sendas,
por las calles de Sarnago,

el mozo que porta el ramo,

de pañuelos adornado,

de flores y de leyendas,

y de rosco azafranado.
VI
Soportado en la cabeza,

Móndidas con cestaño,

flores que airea el viento,

sacerdotisas del pasado,
emoción y sentimientos,
entre bosques centenarios,
al encuentro con la historia,
al encuentro con Sarnago,
por los caminos del pueblo,
por caminos muy lejanos.

VII
Donde los niños reían,
aquí, en la vieja escuela,
los mozos meten el ramo,
por la ventana pequeña,
donde afloran las Móndidas,
y recitan su cuarteta,
donde soñaban los niños,
una esperanza en su tierra,
mirando por la ventaba,
aquí, en la vieja escuela,
soñaban con querer vivir,
donde sus raíces se asientan.

VIII
A la solana del monte…
donde nace la Alcarama,
la sierra de olor a pino
la sierra de la esperanza,
con el sol, que da en la frente,
y el recuerdo a las espaldas,
el que nació entre la tierra,
entre la tierra espigada,
reposa el pueblo tranquilo,
cuando enfría la nevada,
nieve que templa el frío,
frío que azota en su cara,
al pueblo que tiene vida,
al pueblo que tiene alma,
a la solana del monte…
donde nace la Alcarama

(Gaspar Ruiz)

Marisa Calvo Bermejo

Hace treinta y un años,

junto con Montse y Maribel

tuve el privilegio de participar

en la recuperación de esta fiesta,

que es más que una fiesta,

es parte de nuestra historia,

es manifestación de nuestro sentir.

 

Por el camino se han quedado

jirones de nuestras vidas,

seres irremplazables

que permanecen entre nosotros

porque forman parte

de lo que somos,

porque su nombre está escrito

en cada piedra de este pueblo,

porque el viento los susurra

incansable entre las callejas,

porque renacen cada primavera

con las primeras flores.

 

Este día no puede ser

sino un homenaje a todos ellos.

Pero también a esos rostros

que veo desde esta ventana

y que lucen alguna arruga más

que hace treinta años.

Este día es para vosotros,

para los que una vez

tuvisteis que partir

sin más equipaje que dos hatillos,

uno cargado de ilusiones

y otro rebosante

de tristeza y melancolía.

 

Para vosotros, padres,

y para vosotras, madres,

que os levantasteis

cada vez que os tiraron al suelo

y lo hicisteis con la cabeza alta,

con la mirada limpia

y la dignidad

del que se sabe honrado,

del que no le debe nada a nadie

porque nunca nadie

le ha regalado nada,

porque todo lo que tiene

es fruto de su trabajo,

de su esfuerzo, de su sacrificio.

 

Este día ha de ser, por fuerza,

un homenaje a esos rostros

arrugados y cansados

pero hermosísimos

que supieron algo que, al parecer,

nuestros gobernantes desconocen;

que solamente podremos avanzar

y ser mejores

si nos formamos

y en eso os empeñasteis,

en que vuestros hijos

y vuestras hijas

tuviesen «más estudios»

que vosotros; y por tanto

más oportunidades en la vida.

Aunque eso os impidiese conocer

el significado

de la palabra vacaciones,

aunque tuvieseis

que echar más horas

de las que tiene el día,

aunque os rompieseis la espalda

u os destrozaseis las manos…

 

Vosotros sois

un bellísimo espejo

en el que mirarnos.

Me dirijo ahora

a los más jóvenes:

cuando no encontréis modelos

que os sirvan de guía

en el difícil camino que os espera,

solo tenéis que mirar en casa,

observar esos rostros

cansados y amables,

escuchar sus palabras

sus consejos,

sus lecciones magistrales de vida,

esas que no se aprenden

en las aulas,

esas que solamente

te pueden enseñar

los que te quieren

por encima de todo.

 

 

Escuchadlas aunque ahora

os provoquen una sonrisa,

aunque penséis que  esas cosas

a vosotros NUNCA os van a pasar,

escuchadlas porque quien os las dice

es un sabio que os quiere;

y porque algún día,

cuando realmente lo necesitéis,

las recordaréis

y os ayudarán a levantaros,

a seguir adelante.

 

Y ahora, si me lo permitís,

quisiera nombrar a mi gente.

Y me gustaría

que cada uno de vosotros

sustituyese esos nombres

por los de vuestros seres queridos,

para que todos y cada uno de ellos

sean recordados esta tarde,

en esta plaza.

 

Yo soy la hija

de Benito Calvo

y de Eugenia Bermejo

y me siento profundamente

orgullosa de ellos.

Yo soy la nieta

de Julián y de Basilia

y del «Rojo» y «La Chata»

y me siento

profundamente orgullosa.

 

Sí, Sarnago es un pueblo

profundamente orgulloso

porque tiene motivos

sobrados para ello,

motivos con nombres y apellidos.

 

Y, sobre todo,

este día es para ti padre,

que por fin has vuelto a casa.

 

¡VIVA SARNAGO!

 

Sara Hernández Pozuelo

DE LA CIUDAD HASTA EL PUEBLO

 

-Con la venia autoridades.

Paisanos y forasteros,

os dedico estas cuartetas

como MÓNDIDA del pueblo.

 

-Quiero hacerlo con palabras

sencillas como soy yo.

Os saludo y doy las gracias

por disfrutar de este honor.

 

-Sabéis que mi nombre es Sara,

la menor de seis hermanos;

que mi padre nació aquí,

en su pueblo que es Sámago.

 

-Yo nací en la capital,

pero me encantan los pueblos,

sobre todo al encontrar

como en éste mis ancestros.

 

-¡Cuántas cosas me decía

mi padre en «Cartas a Sara»

que me parecían sueños

o unos cuentos de hadas!

 

-Las MÓNDIDAS trovadoras

de gestas y de leyendas,

evocan a las Vestales

de la antigua Roma y Grecia.

 

-Lo del RAMO es sorprendente:

Introducirlo de copa

por esta ventana abierta

sin que se caigan las roscas.

 

-Tal vez tuviera el sentido

de querer significar

el misterio tan difícil

de la Santa Trinidad…

 

-Tengo muy gratos recuerdos

de mis visitas al pueblo;

del trato que recibía

acogedor y sincero.

-¡Cómo podría olvidar

el cariño del «Fael».

Qué contento se ponía

al encontrarnos con él..!»

 

 

-Me cuentan que siendo un niño

mi hermano mayor Abel,

a pregunta de su abuela

expresó su parecer:

 

-«Que este pueblo estaba ROTO».

“Lo que se rompe se arregla

cuando tiene compostura».

¡Sabia lección de su abuela!…

 

-Está sucediendo aquí

desde los años ochenta:

la luz, las calles, el agua,

viviendas y casas nuevas.

 

-El lavadero y la fuente,

el camino y el museo;

conciertos y conferencias,

el lugar de nuestros muertos…

 

-Cultura es señal de vida.

La Revista su estandarte;

Sámago sigue alentando

y necesita más aire.

 

-¡Ojalá! llegara el día

en el que el santo Patrón

desde su propia hornacina

nos diera la bendición.

 

-Repicaran las campanas

que llevan tiempo dormidas

y convocaran a fiesta

y a compartir la alegría.

 

-Y que tañeran al alba,

a concejo y a perdidos

como lo hacían antaño

y tienen bien aprendido.

 

-Que frenaran las tormentas

con su bronce tan templado

ahuyentando los pedriscos

que causaban tanto daño…

 

-¿Estoy soñando despierta?

Sólo relato unos hechos

que los mayores del pueblo,

saben muy bien que son ciertos.

 

-Hay muchos pueblos sorianos

que se han quedado vacíos

porque emigraron sus gentes

buscando el pan de sus hijos

 

-Dicen que estamos de vuelta;

que se retorna a los pueblos

para huir de ruido y prisas,

y encontrar paz y sosiego.

-Ni críticas ni lamentos

abren camino al mañana.

Unión, tesón y coraje

ganan siempre las batallas.

 

-Y termino mi discurso

«De la ciudad hasta el pueblo»

dando las gracias a todos

con mis mejores deseos

He dicho