Dentro de la semana cultural de 2023 la tarde del miércoles 23 preparamos tres actos
Primeramente un homenaje a Ciro Redondo natural de Taniñe que estuvo preso en el campo de concentración de Mauthausen y liberado el 5 de mayo de 1945. Colocamos un adoquín en su recuerdo.
Miguel Ángel San Miguel fue el encargado de preparar los textos y elegir la música que interpretaron Presen Alfaro, Iñaki San Miguel y él mismo.
Texto preparado por Miguel Ángel San Miguel:
“Hay un dicho que es tan común como falso: El pasado, pasado está, creemos. Pero el pasado no pasa nunca, si hay algo que no pasa es el pasado, el pasado está siempre, somos memoria de nosotros mismos y de los demás, somos la memoria que tenemos”.
José Saramago.
Portugal, 1922 – 2010
Premio Nobel de Literatura 1998
Sólo hay que estar con los sentidos abiertos, porque nos vendrán los recuerdos a buscar, a veces ocultos bajo las cien cenizas de un aparente olvido, pero son tercos, te vendrán a buscar.
Con frecuencia para los escritores- aduladores del poder, relatores de lo políticamente correcto, no existió Mauthausen, para ellos en los campos de exterminio sólo hubo judíos, no hubo republicanos españoles; al igual que ignoraron que fue la Nueve, la compañía de los españoles, los primeros en liberar París, y Guadalajara al mando del teniente Granel, fue el primer blindado que se plantó en el ayuntamiento de la ciudad; no quisieron saber y si algo llegó a sus oídos se negaron a investigarlo. En el caso que nos compete, el de los deportados a Mauthausen, ante tanto silencio académico, tuvo que ser la asociación memoria y dignidad de Soria y una profesora del Instituto, quienes alzaran la voz ante el silencio de esos ilustres académicos.
Por más que han procurado silenciar y amordazar páginas de nuestra historia, por más que algunos dijeran que aquí no paso nada, no han podido acallar los comentarios que en voz baja se musitaban en los trasnochos ni acallar el grito de dolor de las amapolas que brotaban junto a las cunetas y que clamaban desde las barrancas de esta montaña sagrada de la Alkarama. Esos caballeros de alma quieta tampoco tuvieron reparo en arrancar páginas enteras de los versos Machado, pero no pudieron silenciarlos, al igual que tampoco pudieron destruir el Gernika ni poner sordina a la melodía el cant des Ocels que Pau Casals convirtió en universal con su chelo.
Gracias a la asociación memoria y dignidad, supimos del destino de 22 sorianos que aspiraban a un mundo nuevo pero se equivocó la Paloma; aquellos hombres y mujeres, pobres, hambrientos derrotados, lo mejor de España según palabras de Max Aub, acabaron siendo víctimas del odio, y de la complicidad y la indiferencia de una Europa que miró hacia otro lado.
De estos 22 sorianos que acabaron en el campo de exterminio nazi tres eran de tierras Altas: Virginio Montes, de Magaña, Emilio Serrano de Ágreda y padre yangüés y Ciro Redondo de Taniñe, hoy barrio de la villa.
Para recordarlos, hay que hacer mención especial, a un ilustre berlines, el artista Gunter Demnig en 1992, que decidió plantar baldosas para recordar a las víctimas del nazismo. Son las llamadas stolpersteine, palabra que significa literalmente en alemán “piedras que hacen tropezar”, para que no olvidemos.
Virginio natural de Magaña fue gaseado y luego convertido en cenizas en Gussen, Emilio serrano, alumno de Gerardo Diego en el instituto de Soria, después de pasar por Mauthausen, fue exterminado en Buchenwal; de estos tres serranos, sólo sobrevivió Ciro Redondo que fue testigo de la liberación del campo por una columna del ejército americano. Aquellos soldados quedaron espantados ante el horror de montones de cadáveres hacinados, y del hedor pestilente de cuerpos en descomposición. De Ciro no supimos nunca más. Sus vecinos y familiares lo silenciaron y probablemente no quiso regresar a una tierra donde le habían dicho que había alguna escopeta manchada de sangre.
Pero hablemos de los horrores que vieron y padecieron nuestros compatriotas. Fueron 500.000 los republicanos españoles que escapando de la muerte, y huidos a Francia los hacinaron en las inhóspitas playas de Argelés y S. Ciprian, donde 15.000 de ellos perecieron por las pésimas condiciones de insalubridad, y ahogados por los torbellinos de arena que agitaba la tramontana. Allí conocieron la muerte de Antonio Machado en Colliure, ese soriano de adopción que murió de pena, y como dijo Juan Ramón Jiménez, pasó los montes altos de la frontera helada, porque sus mejores amigos los más pobres y los más dignos los pasaron así.
Desde allí trasladaron a miles de ellos a fortificar la línea Maginot. Allí invadida Francia, acabaron hechos prisioneros por los nazis. Cuando Hitler comentó a Serrano Suñer que tenía a miles de españoles, la respuesta del cuñadísimo fue la siguiente; pueden hacer con ellos lo que quieran. A partir de entonces su destino estaba escrito: el campo de exterminio de Mauthausen.
Después de hacer el trayecto hasta el campo, encerrados en vagones de ganado, los soldados de las SS los recibieron en la estación de Mauthausen entre golpes y gritos de los capos, unos prisioneros, delincuentes comunes. En un camino cubierto de nieve los llevaron hasta el Campo, entre ladridos y mordiscos de los perros a los rezagados que no podían seguir el ritmo de la columna, o todavía peor, con un tiro en la nuca a quienes no podían más.
Nada más entrar en la fortaleza de Mauthausen, antes de que les raparan todo el cuerpo y les entregaran el ominososo driling, recibieron del blockfurer el siguiente mensaje: “Habeis venido aquí para morir”.
A los dos días les esperaba la cantera, donde la mayoría no superaba los tres meses de vida por la dureza del trabajo y los ritmos agotadores, y cuando ya no les valían, eran gaseados en un camión, camino de los hornos crematorios de Gussen. Así acabaron miles de españoles; un día a día sin apenas alimentos, entre golpes de los capos, al grito de rot spanier: rojos españoles. Fueron testigos de compañeros que al no poder más, prefirieron arrojarse al vacío desde el balcón de los paracaidistas antes que los gasearan; otros eran arrojados por los SS a las alambradas, donde morían achicharrados entre descargas eléctricas; y todavía más: contemplar el horror de ver a algún compañero devorado por los dóbérmanes de los SS, por haber respondido a las agresiones de los capos. Y, formados delante de los barracones, asistir al ahorcamiento de compañeros, mientras una orquestina, integrada por prisioneros, interpretaba, la melodía de Adiós a la vida de la ópera “Tosca”. Y como regalo de Navidad ver como sobre las ramas del abeto, a modo de adornos, pendían los cadáveres de doce compañeros que acababan de ahorcar. Uno de los testimonios más inhumanos, fue el de un prominente español que pudo ver y oír a un SS que conducía a un niño a la cámara de gas. El niño lloraba porque quería estar con su mama. El SS mostrándole la columna de humo procedente de un horno crematorio le dijo: por ahí va tu mamá y pronto vas a estar con ella.
El nivel de degradación en que acabaron, lo confirma la creación de grupos especiales integrados por judíos encargados de conducir a sus congéneres a las cámaras de gas, y esto sólo por un pedazo más de pan.
En medio de tanta impotencia también fueron testigos de actos heroicos como la marcha de quince judíos que camino hacia la puerta de salida, cantando puño en alto la internacional, iban camino de la muerte, conscientes de que antes de alcanzar la salida las ametralladoras de los centinelas iban a segar sus vidas.
Y también la grandeza de los prominentes españoles, negándose a ir al prostíbulo porque eso era humillar a cuatro mujeres prisioneras como ellos.
Primo Levi, uno de los supervivientes que sobrevivió en Auswich llegó a decir que los verdaderos héroes no fueron los supervivientes sino los que pagaron con su vida al enfrentarse a los capos y a los SS. Insistía que la mayoría de los supervivientes colaboramos: unos en la administración del campo, otros construyendo los hornos crematorios o las alambradas etc así por la esperanza de la liberación, pero no fuimos héroes. ¡‘Hasta ese nivel nos habían degradado! Una esperanza que se alimentaba gracias a una radio clandestina que habían logrado construir y por la que sabían que Alemania estaba perdiendo la guerra.
Ante la proximidad de las tropas aliadas los SS se debatían entre escapar o exterminarlos a todos. Y no se cortaban en decirles: de aquí no vais a salir vivos.
Ciro vivió la liberación, cuando una mañana, por casualidad se presentó una patrulla del ejército americano que sin saberlo erró su camino pero antes habían escapado todos los SS. Cuando al día siguiente regresaron los americanos con algunas medicinas, insuficientes para tantos enfermos los españoles los recibieron con la conocida pancarta confeccionada por el capitán Perona: Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras. Fue entonces cuando se desató la caza de los SS y el linchamiento de los capos; y una vez que dispusieron de armas, se enfrentaron a los SS que pretendieron infructuosamente ocupar Mauthausen y lograron dar muerte a Ziereis el sanguinario comandante supremo del campo en una aldea próxima.
Testigo de esas atrocidades fueron los cientos de fotografías de Francisco Boix, el fotógrafo español que logró salvar los negativos de cientos de fotografías del horror y que fueron un testimonio fundamental en el juicio de Nuremberg contra los jefes nazis.
Pero nadie lo sabía lo que pasaba, la mayoría decían ignorarlo, otros se escudaban en la obediencia debida. Como dijo Luter King estas maldades se cometieron en medio de la indiferencia y del escandaloso silencio de las buenas personas. El pueblo alemán aplaudía todos estos atropellos; normalizaron el exterminio al diferente; a los campesinos les beneficiaba la existencia del campo porque le vendían sus productos. Lo más terrible es que Alemania era el país con el mayor nivel científico de Europa; y el artífice del exterminio, no fue un ignorante, fue Himmler, un ingeniero agrícola de formas y ademanes delicados, educado en colegios católicos.
Y en nuestros días a pesar de tantos testimonios, todavía hay quienes se atreven a negar el holocausto, al igual que lo hacen con el cambio climático que seca nuestras fuentes y ríos.
Y muchos se preguntan ¿Cómo fue posible que un pueblo como el alemán derivara en esa locura, La respuesta es meridiana: ¡Que fácil es fanatizar a una población e imbuirla del odio al diferente!
Con esta placa a Ciro queremos que no volvamos a enterrarlos en el olvido y que aprendamos. El mejor homenaje que podemos hacerles es trabajar por la paz, por la justicia social, por una buena convivencia, que no suponga el rechazo al diferente, y que apostemos por el lema “vive y deja vivir”. Y también queremos romper pactos de silencio, porque las víctimas de la barbarie y la intolerancia, así nos lo demandan.
Miguel Ángel San Miguel Valduérteles
En Sarnago Agosto de 2023
Música preparada para la ocasión:
- Sinfonía del Nuevo mundo de Dvorak
- Marcha de Antón el neñu. Anónimo.
- Aurtxo Polita. Gabriel Olaizola
- Cant dels ocells: Difundido al chelo por Pau Casals.
Presentación de la segunda parte del libro de Alana Ridruejo » La bondad es la maestra»
Una vez terminada la primera parte de la tarde llegó la hora de presentar el segundo li bro de una serie de tres de nuestra socia Albana Ridruejo. Se trata de un libro donde, a través de capítulos de experiencias personales, nos indica objetivos que nos haga ver las diversas situaciones adversas con positividad.
Una vez presentado el libro y firmados ejemplares, Albana fue la encargada de ofrecernos una master class de taichí en el atradecer de Sarnago