Como viene siendo habitual los últimos años, comenzamos la semana cultural con la presentación de la última revista publicada. Este año elegimos como anfitrión a nuestro amigo y colaborador D. Carmelo Romero (Doctor en historia contemporánea, profesor de la misma materia en la universidad de Zaragoza).
En la mesa, además del ilustre invitado, estuvieron José Mari Carrascosa (Presidente de la Asociación) y Jesús Hernández (Alcalde de San Pedro Manrique).
El presidente tomó la palabra y después de agradecer a todos los presentes su asistencia y presentar a los otros dos miembros de la mesa hizo un repaso pormenorizado de la edición de esta revista (1900 ejemplares, 76 páginas de las cuales 20 a color, etc..), seguidamente repasó todos los artículos publicados, agradeciendo a los autores su compromiso. Para finalizar su intervención enumeró uno a uno todos los anunciantes a modo de agradecimiento (sin sus aportaciones económicas esto solamente hubiese sido un sueño).
En el turno de palabra del Sr. Alcalde, prometió todo su apoyo a este pueblo y a la revista dando las gracias a la Asociación por el compromiso con la recuperación de Sarnago. Como exclusiva, nos informó de que en esos momentos venía de la Diputación donde había conseguido el compromiso del arreglo del camino de San Pedro a Sarnago.
Seguidamente fue el turno del nuestro invitado.
Texto y fotos extraídas de la web de Isabel Goig. (http://soria-goig.com/Pueblos/sarnago9.htm)
De pie, sin levantar la voz, sin dudar ni por un momento de lo que quería transmitir, Carmelo habló de sentimientos, lo avisó desde el primer momento a quienes
le escuchaban. Nació, dijo, “en recuerdos y memoria de una primavera que ya no era tal”, y vivió un “invierno duro que todavía persiste”. Recordó sus orígenes agricultores, de la tierra, que se remonta a varias generaciones. El jueves 18 de agosto, en la plaza a la que da vista el edificio que alberga vida y Cultura, la Plaza de Sarnago, el profesor Carmelo Romero presentó el número 9 de la revista que edita la Asociación de Amigos.
Es decir, habló de la despoblación de todo el mundo rural y, muy especialmente, de la soriana. Del “hundimiento de un mundo secular de forma brusca, que provocó unos años de tremenda dureza al ver derrumbarse ese mundo”. Del precio tan alto que se paga por el progreso. De la epopeya de todas esas personas que, de la noche a la mañana, se vieron transportadas a un mundo que les era completamente desconocido y, en ocasiones, hasta hostil. Y a quienes se quedaron haciendo un gran sacrificio para educar a unos hijos que ya no iban a volver nada más que para pasar unos días al año.
Quiso homenajear a la generación de la guerra, la más sufriente, la más generosa. Y también a quienes él llamó “guardeses” del inmenso territorio soriano, un semidesierto humano, aconsejándoles “que mantengan el orgullo por lo que son y lo que han sido”.
Tuvo también palabras para los más jóvenes, nietos, hijos y sobrinos de quienes ejercen precisamente de guardeses de Sarnago y sus tierras, para que siguieran con la labor iniciada por sus mayores. En esos jóvenes, que le miraban sin pestañear, sintiéndose ellos también protagonistas, está el futuro de Sarnago y de tantos otros pueblos sorianos.
Después se inauguró una placa desde la que se ve “el Castillo”, castro pelendón, en toda su dimensión, y en la que se indica, por asesoramiento de Javier Sainz, por donde se oculta el sol en los equinoccios y solsticios. Detrás de ella se ha colocado una gran piedra que sirve de asiento para la contemplación de tan hermoso, como habitual espectáculo.
soria-goig.com, 2016