«Nadie escucha ya el rumor eterno del río entre las piedras. El agua pasa de largo sin regar los huertos ni mover la aceña. El trujal no da aceite. Las ramas de la higuera penetran por la ventana de la casa. Sólo los cazadores prueban los frutos del serbal y del maguillo. La iglesia se ha quedado muda sin campanas. Parece que por aquí, por este último rincón de Castilla, ha pasado el ángel exterminador. Queda la belleza esencial de las ruinas, que encierran el alma invisible de los pueblos abandonados…»
Historias de la Alcarama es la crónica de un tiempo y unos lugares en los que todos, de una u otra forma, podemos ver algo de nosotros mismos: el mundo de la civilización rural, contado a partir de la historia de Sarnago, pueblo natal del autor, hoy abandonado, y de la comarca de la Alcarama , en las Tierras Altas de Soria. Con sencillez ejemplar, el autor nos relata la extinción de ese mundo. Una especial sensibilidad y un gran amor por la tierra recorren la obra y emocionan al lector desde la primera página. Crónica sobria y emotiva, sencilla y sabia, describe lugares, hechos y usos, ritos y cosechas, el ciclo de la naturaleza y el de la vida de los personajes que poblaron esa tierra en abandono. En palabras de Antonio Ferres: «He leído con mucho placer Historias de la Alcarama. El relato es tan completo que me parece haber vivido en esa tierra. Sin duda que sólo podía escribirlo una persona que hubiera pasado allí su infancia, su juventud y muchos, muchos años… En Historias de la Alcarama todo va hacia atrás, y las tierras y la Historia renacen…». La introducción de Julio Llamazares enmarca maravillosamente estas Historias.
Presentación del libro, Museo Reina Sofía de Madrid:
Noticias de Cultura del 14 de Noviembre de 2008
Abel Hernández presenta su libro, ‘Historias de la Alcarama’, el relato de un pueblo abandonado y bañado de naturaleza 16:23h. Fuente: EUROPA PRESS El periodista y escritor Abel Hernández (Soria, 1937) presentó hoy su libro ‘Historias de la Alcarama’, donde, a partir de la historia de Sarnago, pueblo abandonado soriano donde nació, narra la extinción de la civilización rural. Se trata, en palabras del editor, Javier Santillán (Editorial Gadir), de su primera y «excelente» incursión propiamente literaria. El escritor y periodista Julio Llamazares, presente en la rueda de prensa y autor de la introducción del libro, describió que en sus hojas se entremezclan tres relatos diferentes. El primero, antropológico, en el que se narra las costumbres de los pueblos; el segundo a cerca de la memoria personal de autor, de forma que Hernández relata su propia vida y vivencias, con «pequeñas anécdotas que son las historias de todos los hombres»; y, por último, narrativo, donde se entrelazan diversas tramas, como la relación del autor con su padre o la destrucción final del pueblo. Llamazares también describió cómo, y según reza la cita que abre el libro «universal es lo local sin paredes», Hernández se traslada «de lo pequeño a lo trascendental, de lo local a lo universal». De este modo, parte del localismo, de un pequeño pueblo entre montañas en la comarca de Alcarama, para describir «el mundo y la desolación humana». Asimismo, el escritor leonés desmenuzó la «belleza, profundidad y emoción» que inunda todo el libro y que, a su juicio, escasas veces encontramos en la literatura. Esta línea también se pronunció el escritor Antonio Ferres, que insistió en la calidad literaria de la novela, calificándola de «un gran descubrimiento». Así, explicó que sus hojas aúnan una reflexión sobre el «ciclo inacabado del universo» y sobre la «singularidad absoluta» del ser, algo que debe contener, a su juicio, cualquier buen relato. MUSICALIDAD Y RITMOS DE LA NATURALEZA Por su parte, el periodista y director de cine documental Joaquín Araujo hizo hincapié en el «sentimiento de naturaleza» que despliega ‘Historias de la Alcarama’, ahondando en las raíces de algo que «anda en peligro»: las poblaciones rurales. Así, remarcó que su autor «respeta» la «musicalidad» y los «ritmos» de la naturaleza, el cómo «administra» el tiempo el medio rural, abriendo una «ventana» a su propio lenguaje. En esta línea, destacó la admiración de Hernández a «lo que nos ha fundado» como personas, la naturaleza y la cultura, para remachar que este respeto a los orígenes es «lo más original y razonable» sobre lo que se puede escribir. También remarcó cómo rescata la «cultura de lo común», de «los nombres propios y del compartir», frente al actual predominio en nuestra sociedad del silencio y el anonimato. Abel Hernández rescató cómo su libro está «lleno de sentimiento» hacia un pueblo en su día «vivo, fraternal y miserable», donde «no se conocía la rueda» pero afloraba una gran «solidaridad». Así, indicó que sus palabras pretenden ser un «sentido homenaje» hacia una generación «ahora muerta y dispersa» por toda España, a unos «vecinos que abandonaron sus casas empujados por un falso sentimiento de progreso». Por último, Llamazares quiso destacar una pregunta que se formula Hernández al final del libro, «¿Qué nos está pasando? ¿Me quieres decir qué mundo es éste en el que se despuebla el paraíso?». |