Premio Desarrollo Saludable 2016 “Avelino Hernández”
Como Silvano Andrés de la Morena dice, SARNAGO es un pueblo de la Soria profunda donde reina la soledad y sueña la historia. Pero es también un lugar donde hay un grupo humano que se ha propuesto que el pueblo vuelva a vivir. Que renazca de sus esencias.. Es un lugar, en la Sierra de Alcarama, que para su resurrección ha necesitado un “desfibrilador” muy especial: la voluntad, esfuerzo y trabajo de los hijos y descendientes de quienes tuvieron que migrar de Sarnago. Un ejemplo de numantinismo que renace de sus cenizas. Apenas se cuentan con los dedos de una mano, el número de los mayores que quedaron. Lo están reconstruyendo con altruismo dando vida al pasado y también creando lazos de identidad y solidaridad entre los miembros de la Asociación. Han establecido un compromiso consigo mismos y con sus ancestros, y lo están cumpliendo.
Nuestra FCCR ha considerado que estas actitudes de hermanamiento en pro de la tierra de nuestros mayores debe ser reconocida. Pensemos que la tierra, aunque tengamos títulos de propiedad la tenemos en “usufructo” y es nuestra obligación que la “hereden” nuestros hijos y nietos en mejores condiciones de las que las hemos recibido. Los hijos de SARNAGO están cumpliendo, como castellanos viejos” con esta “ley natural” -no escrita- y así lo queremos reconocer.
(La entrega del premio tuvo lugar el viernes 11 de noviembre a las 19:30 en el Aula Magna Tirso de Molina de Soria)
Texto extraído de la web http://www.fundacioncajarural.net/
Extracto del informe enviado por las hermanas Goig Soler a petición de la Fundación Caja Rural:
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“Tierra de todos, Tierra de nadie”, es el eslogan de la Asociación de Amigos de Sarnago. Porque es esta asociación la que se ocupa del mantenimiento del pueblo. Se fundó en 1980 y a día de hoy cuenta 124 socios. La módica cantidad de 15 euros al año, además de la venta de objetos como recuerdo, consigue, entre otras cosas, una revista anual donde se recogen las actividades de todo tipo que tienen lugar en este pueblo.
Bajo el amparo del estímulo de la Asociación, se han construido nuevas casas y se han restaurado otras. Nunca se abandonó Sarnago del todo. Desde que empieza el relativo buen tiempo, alguna casa está siempre abierta, para volver al milagro de la vida en cuanto llega el verano.
La Asociación de Amigos de Sarnago, activa como ninguna otra, con José María Carrascosa Ridruejo al frente de ella, organiza cada año una serie de actividades culturales alrededor de la fiesta principal, la de San Bartolomé, trasladada a agosto para facilitar el acceso de quienes se marcharon, como sucede en el resto de la provincia. En la Plaza, de tierra, verdadera ágora, tienen lugar todos los eventos: presentación de la revista siempre a cargo de algún representante de la Cultura soriana; obras de teatro; música en vivo a cargo de grupos u orquestas que llegan desde cualquier punto de España, por ejemplo la Banda de Dolores (Alicante); presentaciones de libros; exposiciones; comidas comunitarias; y un largo etcétera. Y muy especialmente la fiesta de las Móndidas, que comienza en los restos de lo que fuera Iglesia de San Bartolomé, y continúa en la Plaza, con el rito del Ramo, que consiste en tratar un grupo de meterlo por la estrecha ventana del edificio principal, y otro grupo trata de evitarlo. Desde esa ventana las móndidas recitan sus cuartetas.
En esa misma plaza se ubica lo que hoy es un edificio multiusos. Ocupa toda una parte de ella, y fue en su día Escuela (todavía conservan los pupitres), casa del maestro, Ayuntamiento, sala de baile y tienda. A día de hoy, y tras los desvelos de los sarnagueses, ese espacio sirve de salón para comidas comunitarias, cocina, Museo Etnográfico y pequeña biblioteca. Sin perder ni un ápice de su anterior fisonomía.
¿Cómo han conseguido los sarnagueses renacer un pueblo? Sobre todo a base de hacenderas o, como antes se llamaba allí, “reo vecino” o “ir a caminos”.
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Vayamos a las hacenderas “oficializadas” y dadas a conocer por medios de comunicación y, especialmente, por las redes sociales. Dos días al año (a veces más), son convocados los sarnagueses para hacer la hacendera. A no ser por incapacidad o compromiso insalvable, acuden alrededor de cuarenta personas que, divididos en grupos, van a “hacer pueblo”.
Unos grupos se dedican a la labor de limpieza de las calles, cementerio y las hierbas que, al no existir ya animales que hollen caminos y veredas, ni cabras que limpien naturalmente el monte, podrían convertir algunos accesos a Sarnago en impracticables. Otro grupo de encarga, por ejemplo, de mantener el lavadero público en estado de uso.
Pero desde hace años, el empeño de los sarnagueses ha sido, mediante hacendera, arreglar el edificio multiusos. Museo, cocinas, servicios (que construyeron hace unos años con la idea de que ese edificio fuera un día un centro de acogida de visitantes a los pueblos de la Alcarama). El año pasado de 2015, construyeron, en la cocina del edificio, un horno comunitario con el fin de hacerlo servir tanto para asados, como para cocer el pan tal y como se hacía antes. En la última hacendera (19 de junio 2016), han comenzado a revestir el exterior del horno con piedra de la zona. Limpiar el Museo y pintar las paredes, es otro de los objetos de la hacendera. En todas las convocatorias, el edificio multiusos está en el orden del día.
Otro de los afanes de los sarnagueses es el de recuperar viejos oficios que se practicaban en Sarnago. A lo largo de las hacenderas de 2014 y 2015, un grupo estuvo exclusivamente dedicado a la construcción de una calera. Los mayores del lugar, que habían extraído cal en los tiempos en que las construcciones las hacían ellos mismos, dirigieron la obra a la entrada del pueblo, colocando posteriormente una cartel donde se explica la historia y el funcionamiento. En este apartado de recuperación de oficios hay que incluir la construcción del horno comunal, dicho más arriba. Sabido es lo fundamental de los hornos en el mundo rural.
En ese mundo, la Iglesia, como edificio, más allá de la religión o las creencias, es un lugar emblemático. Todavía, pese a su estado de ruina, la fiesta de las Móndidas comienza en el atrio de la vieja y arruinada iglesia de San Bartolomé. Puesto que está desacralizada, es empeño de los sarnagueses recuperar el edificio y rehabilitarlo con su esfuerzo, o sea mediante hacenderas, y el de todo aquel que quiera colaborar con sus manos o económicamente. Pero hasta la fecha ha sido imposible conseguir la cesión por parte del Obispado, toda vez que la oferta hecha no convence a nadie por el escaso tiempo y las duras condiciones de la cesión. Pese a ello, y para evitar que siga destruyéndose, en una hacendera consolidaron una de las paredes. Y en otras fechas anteriores, a fin de evitar latrocinios, bajaron entre todos, primero las campanas y, en otra ocasión, la pila bautismal, que ahora pueden verse a la entrada del edificio multiusos.
Una de las últimas hacenderas fue la de plantación de arces en algunos lugares del pueblo. Tiene esta actividad un sentido de futuro, de continuidad, ya que el ramo de la fiesta de las Móndidas que, adornado, porta el mozo, es precisamente de arce. Para evitar que estos árboles algún día dejen de proporcionar la gran rama que cortan cada año, decidieron la plantación para futuras celebraciones.
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Gracias al afán, tenacidad y empeño de los sarnagueses, consiguen el apoyo de personas que no nacieron en Sarnago, ni son miembros de la Asociación, pero que ven en los miembros de la Asociación de Amigos de Sarnago un ejemplo a seguir para otros pueblos de similares características.
© soria-goig.com
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